La violencia machista es una lacra en la sociedad. Una situación por la que atraviesan millones de mujeres. Contar con un buen asesoramiento legal es clave para garantizar la protección de la víctima. Te hablamos de en qué te puede ayudar una abogada especializada en violencia de género y sobre otros aspectos de la violencia machista.
Según datos del gobierno, desde el 2003 hasta hoy, hay registradas 1.305 víctimas mortales de violencia machista en nuestro país. Un goteo macabro en el que no hay semana en la que no aparezcan nuevos casos en los noticiarios. Esta violencia afecta a mujeres de todas las edades, de todas las provincias y de todos los estratos socioeconómicos. La violencia machista mata.
El año pasado se registraron más de 40.000 casos de violencia machista en España. Los expertos afirman que esta no es más que la cúspide del iceberg. La mayoría de las agresiones de este tipo no se denuncian o no se tiene conocimiento público de ellas. Estamos hablando de un problema de envergadura.
La violencia machista es un tema complejo, sobre todo cuando se da en el seno de una pareja. Esta abogada en Barcelona, Susana Rodríguez Puente, abogada penalista en Granollers, Mataró y Barcelona desde 1993 y especializada en violencia de género, señala que es importante buscar soluciones personalizadas. Que se adapten a la situación concreta de la víctima y de su entorno familiar, y que aborden un enfoque integral. Que atiendan a todos los aspectos de la vida de la mujer. Solo así se puede garantizar su seguridad.
No hay fórmulas maestras para atajar la violencia machista. No es una infracción de tráfico, en la que sobrepasas el límite de velocidad y recibes una multa. Hay que estudiar bien cada caso, y tomar medidas eficaces que van más allá de dictar una orden de alejamiento.
Los juzgados de violencia de género.
Los juzgados de violencia de género son una rama autónoma de la administración de justicia. Surgen en el 2004 al amparo de la Ley de Violencia de Género. Una ley innovadora en materia de libertades que reconoció la entidad propia que tenía la violencia machista y que dotó de medios al Estado para poder afrontarla. A raíz de aquella ley, no solo se crearon estos juzgados, sino que la Policía Nacional diseñó un departamento especial para tratarla.
La revista jurídica Consinter señala que estos juzgados son órganos judiciales especializados en estudiar todos los conflictos civiles y penales que se den en el ámbito de la violencia de género. Por tanto, su primera tarea es dirimir si la demanda recibida versa sobre hechos o situaciones condicionados por el género de la víctima. Son estos jueces los que dictaminan si un pleito se engloba dentro del apartado de violencia de género o deben seguir el curso normal de la jurisdicción civil o penal.
Por otro lado, según esta revista, son órganos mixtos. En un mismo proceso atienden las responsabilidades penales y civiles de un caso. Evitando la celebración de dos juicios distintos.
Como sucede con cada juicio, la víctima tiene derecho a representación legal, ejercida por un abogado, para defender sus intereses. Esto lo puede hacer tanto si la denuncia la ha interpuesto ella, como si se ha iniciado de oficio a instancia del ministerio fiscal, tras recibir un informe de la policía o de otra institución pública.
Ha pasado más de una década desde que se puso en marcha este sistema y como resultado de los datos, se oyen algunas opiniones críticas respecto a su eficacia. Probablemente, habrá que destinar más medios al tratamiento y prevención de la violencia machista, pero el simple hecho de crear estos juzgados es un paso importante para abordar el problema.
La violencia que no se ve.
Identificamos la violencia machista como la violencia física que se ejerce contra las mujeres. Los malos tratos físicos. Pero existe un maltrato de tipo emocional y psicológico que es tan grave como este, y que va mermando la autoestima de la víctima durante años.
Una encuesta realizada por la Secretaría de la Mujer de Colombia concluyó que el 73% de las encuestadas en Bogotá, la capital colombiana, fue objeto en algún momento de alguna manifestación de violencia psicológica. Este no es un problema propio de países con un nivel económico inferior al nuestro. El Observatorio de Violencia hacia la Mujer de la Unión Europea fija en un 43% el porcentaje de la población femenina europea que ha recibido maltrato psicológico en algún momento de su vida.
La Secretaría de la Mujer de Colombia expresa que la violencia psicológica se puede dar de diferentes formas. En ocasiones, con actitudes a las que restamos importancia. Que la pareja reprenda o impida a la mujer que se reúna con su familia, con sus amigos o que realice una actividad social que le apetece, es una manifestación de violencia psicológica.
Los comentarios en público destinados a poner en evidencia el físico, la forma de pensar o de actuar de la mujer, con intención de humillarla, es otra forma habitual en la que se manifiesta la violencia machista.
Las amenazas y chantajes, intentando coartar el comportamiento de la mujer, por la posible reacción de la pareja, es violencia psicológica.
Por supuesto, los insultos, las faltas de respeto y las humillaciones verbales, son violencia psicológica.
Los psicólogos expertos en violencia machista indican que la violencia psicológica es progresiva. El maltratador psicológico va actuando de una forma más hiriente con el paso del tiempo, socavando poco a poco la moral de la víctima. Algunos informes indican que el maltrato psicológico puede ser la antesala del maltrato físico.
Por eso, ante cualquier expresión de maltrato psicológico, por pequeña que sea, aunque parezca una broma, la mujer debe poner freno al agresor. Y si este no rectifica, denunciarlo, aunque sea su pareja.
En qué puede ayudarte una abogada de violencia de género.
Los ámbitos en los que se mueven estos profesionales son variados. Todos ellos relacionados con la violencia hacia las mujeres.
Aparte de la violencia física en el seno del hogar, estas profesionales pueden asesorar a la víctima en situaciones de maltrato psicológico, en casos de violencia vicaria (daño a los hijos con intención de agredir a la pareja), impago de pensiones (una manera de ejercer violencia económica, pero también psicológica, ya que obliga al cónyuge que se encarga de la custodia de los niños, a hacer frente en exclusiva al mantenimiento de los hijos); abuso y agresión sexual; acoso laboral por razones de género; solicitud de orden integral de protección a la víctima, etc.
En procesos de divorcio, la abogada puede exigir unas condiciones especiales en lo que se refiere al uso del domicilio familiar, pensión de alimentos o custodia de los menores si en la pareja se aprecian signos de violencia machista.
También intervienen en los casos de secuestro o sustracción de los hijos por parte de la expareja, dándole un enfoque de violencia vicaria.
El trabajo de una abogada de violencia de género es diferente al de un abogado normal. En tanto y en cuanto, ha de emplear un nivel de empatía considerable con la víctima y asesorarle más allá de los aspectos legales, poniéndole en contacto con asociaciones, instituciones y servicios públicos que le ayuden a superar la situación por la que está pasando. La abogada debe adoptar un enfoque integral y animar a la víctima a que tome acciones legales, cuando sea pertinente, acompañándola en todo el proceso.
Por qué denunciar.
La violencia de género en el seno de las parejas es un tema complejo. No es cuestión de valentía. Ya lo puso en evidencia la directora de cine Icíar Bollaín en su película “Te doy mis ojos”, estrenada en el 2003 y protagonizada por Laia Marrul y Luis Tosar.
La víctima mantiene una serie de lazos sentimentales con el agresor que le hace complicado enfrentarse al maltrato. Es su pareja, y en el fondo lo quiere. Es el padre de sus hijos. En su interior guarda la esperanza de que el maltratador cambie. Pero no lo hace, haciendo que el maltrato sea cada vez más fuerte.
En muchos casos se da una relación de dependencia emocional que une a la víctima con el agresor por medio de relaciones tóxicas alimentadas con los años. En la época de nuestros padres era frecuente la dependencia económica de las mujeres con respecto al marido. Esto ataba a las mujeres de pies y manos.
En la actualidad, gracias a la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo, esta dependencia es menos habitual. Pero permanece en muchos casos la dependencia emocional, que es más dañina que la económica.
La víctima ha de romper esos lazos de dependencia para poder enfrentarse al maltratador. Para recuperar su vida en condiciones de libertad y de dignidad. La suya y probablemente, la de sus hijos.
No es sencillo, pero ante cualquier señal de violencia de género, es adecuado buscar ayuda desde fuera, y si es profesional, mejor. Esta ayuda puede ser una abogada especializada en violencia machista.