Pocos tratamientos dentales han levantado la expectación que creó la ortodoncia invisible en su momento, y que la sigue manteniendo. La posibilidad de alinear nuestra dentadura con un corrector plástico que a penas ni se ve, es una idea que nos seduce a todos. Pero, ¿es adecuada para todo el mundo? ¿Qué ventajas y qué inconvenientes presenta?
Aunque esta sección de la revista está dedicada a reseñar las innovaciones tecnológicas, no he querido perder la oportunidad de hablar de uno de los adelantos sanitarios que más popularidad ha cosechado en los últimos tiempos. La ortodoncia invisible.
Sin duda, la publicidad ha contribuido a ello. Ver un anuncio por televisión en la que un chico se sienta en el sillón de un dentista, abre la boca y luce una maravillosa sonrisa, nos llama la atención. En el anuncio te cuentan que lo ha conseguido porque utiliza alineadores de ortodoncia invisible. Gracias a ello ha recuperado su autoestima. Al chico se le ve feliz.
La idea nos cautiva. ¿A quién no le gustaría tener la sonrisa que llevaba cuando tenía 20 años? Tal es la fuerza que contiene el mensaje que muchas personas adultas se han decidido a someterse a un tratamiento de ortodoncia, cuando la ortodoncia siempre la hemos concebido como un tratamiento para los adolescentes.
Y es que con la ortodoncia invisible se acabaron los antiestéticos e incómodos brackets. Esos aparatos metálicos que cuando los llevabas te daba vergüenza sonreír. Esos que hasta tu novio dudaba de darte un beso con lengua por miedo a que se arañara con el alambre.
Con la ortodoncia invisible parece todo más sencillo. Te puedes quitar el corrector cuando vayas a tomar un refresco en la terraza de un bar, lo guardas en la cajita que llevas en el bolso y cuando hayas terminado, te lo vuelves a poner. Parece una imagen idílica.
Pero antes de dejarnos llevar por la publicidad, merece la pena conocer más en profundidad este adelanto. ¿Qué es verdad y qué es mentira de lo que nos cuentan de la ortodoncia invisible?
Historia de un adelanto médico.
La Revista Latinoamericana de Ortodoncia y Ortopediatría cuenta que en 1999, el laboratorio norteamericano Align Technology patentó la marca Invisalign y comercializo los correctores invisibles como una alternativa a los aparatos de ortodoncia fijos que se utilizaban en todos los casos de alineación dental.
Si bien aquello parecía un avance revolucionario, lo cierto es que llevaba detrás más de 50 años de investigación.
En 1945, el ortodoncista norteamericano Harold D. Kesling inventó un aparato extraíble, diseñado a medida y fabricado con caucho, parecido a los protectores bucales que usan los boxeadores, y que, según él, aceleraba los procesos de ortodoncia.
Kesling, usaba su invento combinado con los tratamientos de brackets, utilizándolo en las etapas finales. Sin duda, fue una persona adelantada a su época, pero la tecnología clínica del momento no le acompañaba. Por aquel entonces los moldes de las dentaduras se hacían con una pasta especial, parecida a la cera, que no daba un resultado exacto. Cualquier pequeño error en la confección del alineador podía echar a perder todo el avance que se había conseguido con los brackets.
En 1971, otro ortodoncista, Henry Nahoum, recuperó el invento de Kesiling y lo fabricó en termoplástico transparente. Lo cual ofrecía una mejor apariencia estética. Estas nuevas férulas permitían realizar pequeños movimientos dentales que facilitaban la corrección en la postura de algunos dientes. Eran los retenedores invisibles. Una idea que cautivó a otros ortodoncistas como Robert Ponitz y James A. McNamara, que intentaron mejorar el prototipo utilizando nuevos materiales, algunos de ellos usados por la NASA, como la alúmina pro-cristalina.
Durante 20 años, todas estas investigaciones se realizaron a nivel casi particular. Ninguna universidad o laboratorio importante patrocinaba los estudios.
Todo cambia cuando a mediados de los años 90, Align Technology encarga a dos estudiantes de la Universidad de Stanford, Zia Chishti y Kelsey Wirth, la idea de desempolvar el proyecto y adaptarlo para su comercialización.
La farmacéutica americana vio en los correctores invisibles una oportunidad de negocio. Los últimos adelantos tecnológicos en materia de odontología, como el escáner dental y el diseño asistido por ordenador, permitían evitar los errores que tuvo que soportar en su día Kesling. Ahora el mundo sí estaba preparado para la ortodoncia invisible.
Las indudables ventajas.
El atractivo de la ortodoncia invisible descansa en las ventajas que tiene para el usuario. Los ortodoncistas de Clínica Mesiodens, una clínica dental de León con más de 15 años de experiencia en tratamientos de ortodoncia, indican que la ortodoncia invisible es un tratamiento completamente individualizado.
Todo parte de un escáner dental de la dentadura del paciente. Por medio de la información de este escáner, el ordenador crea una réplica exacta de la dentadura que servirá de base para diseñar las férulas dentales y como modelo, sobre el que trabaja el especialista para corregir problemas de mala alineación dental.
Es un tratamiento cómodo para el usuario. La férula correctora es suave y fácil de llevar. No produce roces en la lengua, como pasa con la ortodoncia lingual, ni en la parte interna de la boca, como a veces sucede con los aparatos de brackets. El paciente se puede quitar la férula siempre que quiera y guardarla dentro de su caja.
La ortodoncia invisible también permite una limpieza bucal más cómoda y completa. El paciente puede cepillarse los dientes con toda naturalidad. No hay riesgo de que la placa bacteriana se concentre en la encía o alrededor de los brackets, como sucede con la ortodoncia tradicional.
Con la ortodoncia invisible se efectúa un seguimiento monitorizado de la evolución del tratamiento. En cada visita que el cliente realiza para cambiar la férula, el especialista evalúa los avances conseguidos e introduce leves modificaciones en el corrector para avanzar hacia el objetivo. Con la ortodoncia tradicional también hay un seguimiento, puesto que el ortodoncista puede ajustar el aparato, pero la información que se recaba es menos precisa.
Por supuesto, una de las ventajas que más destacan los usuarios es el aspecto estético. La ortodoncia invisible pasa inadvertida a la vista. Parece como si no llevaras nada en los dientes. No crea esa impresión de rechazo visual que sí produce un aparato de brackets. Esto hace que el paciente se sienta cómodo llevándola y que no suponga ningún sacrificio para él.
Muchas personas que siempre se han mostrado reacias a llevar un aparato de ortodoncia, se decidieron a corregir sus problemas de mala alineación dental cuando apareció la ortodoncia invisible.
Los inconvenientes de los que no se habla tanto.
Como dice la revista Top Doctors, no todo en la ortodoncia invisible son ventajas. También presenta sus inconvenientes. El más importante de ellos es que determinados problemas de mala oclusión no se pueden resolver con este método. Estamos hablando de la mordida cruzada y de la mordida abierta. Problemas que para poder corregirse debe hacerse presión sobre toda la arcada y los huesos maxilares.
En determinados problemas de alineación dental, en los que es necesario mover una gran cantidad de dientes para resolverlos, como son los dientes demasiado apiñados o demasiado separados, la ortodoncia invisible no es suficientemente eficaz. Tampoco lo es para resituar dientes torcidos, donde la presión del bracket se debe concentrar en una pieza dental en concreto.
Llevar ortodoncia invisible implica una gran responsabilidad para el usuario. El paciente debe quitarse el corrector cada vez que coma o beba algo. Antes de volver a colocarse la férula debe cepillarse los dientes y enjuagar el alineador con agua tibia. Comer o beber con la férula puesta puede hacer que se deforme o que se rompa. Tampoco podemos descuidarnos y tener la férula guardada durante horas. Para que la ortodoncia invisible sea eficaz, el paciente debe llevarla puesta un mínimo de 22 horas al día.
Es, precisamente, por el nivel de responsabilidad que lleva implícita, que no se suele recomendar su uso en niños y adolescentes. Para los niños supone cargarlos con una responsabilidad añadida, que no resulta agradable a determinadas edades.
No todo es tan maravilloso con la ortodoncia invisible. Un uso inadecuado de los correctores puede hacer que el tratamiento se vuelva inservible.
El cambio de alineadores suele producir molestias al principio, hasta que la dentadura se adapta a ellos. Es lógico, el alineador nos llega con una cierta rigidez. Además, es probable que de la férula anterior a la nueva, se hayan introducido cambios que obliguen a moverse a los dientes. Estamos hablando de una molestia leve, que no interfiere en la vida y en los hábitos del paciente, pero que es bueno que sepa que esto es así. Que ni el alineador está mal fabricado, ni le pasa nada raro en la boca.
Por último, la ortodoncista Isabel Larroque opina que no es correcto someterse a un tratamiento de ortodoncia invisible solo por razones estéticas; es decir, porque no nos resulte atractivo llevar un aparato de brackets. Quien tiene una opinión fundamentada sobre qué tipo de ortodoncia resulta más efectiva para corregir nuestros problemas es el ortodoncista y no nuestras preferencias estéticas.